sábado, 25 de septiembre de 2021

La Batalla Cultural

La desesperación de los dirigentes peronistas luego de una de sus mayores derrotas electorales de la historia, tiene su sentido y su explicación. El peronismo ha dejado de ser un partido político (si alguna vez lo fue) para convertirse en un partido del Poder. Es decir, sus dirigentes detentan el Poder a nivel nacional, provincial y municipal (en estos dos últimos casos salvo excepciones) desde hace décadas, y la lucha por un resultado electoral no tiene como objetivo la discusión de ideas, la intención de crear un país mejor o de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, sino de conservar los resortes de poder territoriales, gremiales o empresarios que detentan. Es una lucha de supervivencia, por eso es tan cruel. Es muy difícil ver que un dirigente de esa fracción vuelva a la actividad privada (si es que alguna vez estuvo) luego de perder una elección. No, se aferran a sus posiciones con uñas y dientes y, cuando las pierden o están a punto de perderlas, pueden ser tan feroces como lo vemos a diario.

En esta posición no solo están los dirigentes del partido, sindicato o organización barrial, sino todas las personas que los integran o detentan cargos en la administración pública. La tan denostada por ellos "Teoría del Derrame Económico", a la cual critican siempre, se hace realidad en sus actividades: dirigentes que se han convertido en millonarios, tienen colaboradores con muy buen nivel de vida hasta llegar a los escalones más bajo de las organizaciones, con un puestito estatal o una batería de planes sociales. Todo esto está en riesgo cuando se pierde una elección.

Luego de las innecesarias, costosas e inútiles PASO, este gigante estatal parasitario reaccionó de manera brutal. La gran electora generó un pequeño golpe palaciego, donde quienes detentaban la presidencia de la Nación y la gobernación de la provincia de Buenos Aires tuvieron que sacrificar a varios de sus colaboradores más cercanos, con alguna tibia protesta en un caso y una genuflexión a prueba de balas en el otro.

Todo apunta al 14 de noviembre, las elecciones reales. Hasta esa fecha, todo será una fiesta. Una buena noticia por día, una repartija a diestra y siniestra de planes sociales, aumentos salariales, rebajas impositivas, regalos de bicicletas y electrodomésticos e incluso, el festejo de un embarazo, cuando hasta hace poco festejaban y aplaudían los abortos. Todo será poco para conseguir la supervivencia.

Pero no seamos necios. Las PASO de 2019 perdidas por Mauricio Macri, tuvieron un efecto similar (más tenue) en su agrupación política. También se tiró dinero a la calle con el fin de revertir una elección que era a todas luces algo imposible de hacer. Pero con una diferencia: la ferocidad fue menor porque en general, los integrantes de dicha coalición tienen forma de vivir por fuera del Estado. Bueno, casi todos. La cúpula parece estar en la misma posición que el peronismo, salvo honradas excepciones.

Entonces tenemos que ir a la teoría Gollán, que dice que con un poco más de dinero en el bolsillo, la gente haría oídos sordos a fiestas clandestinas, revoleo de bolsos o compras de departamentos en Miami. ¿Es tan así eso, es Argentina el contraejemplo de la pirámide de Maslow?

¿Tendremos que acostumbrarnos a esta repartija de favores prebendarios en cada elección? Tampoco valdría para la Argentina la frase usada en EE.UU. "es la economía, estúpido", como clave para ganar la elección. Acá sería "es lo que podés obtener antes de cada elección, estúpido". Parecería que no encajamos en ninguna línea de pensamiento mundial.

¿Por qué aparece Cambiemos (o Juntos o como se llame) a veces como un kirchnerismo de buenos modales? ¿Por qué surgen dentro de la misma agrupación voces que enfatizan la necesidad de una pata peronista? ¿Por que su último candidato a vicepresidente fue Miguel Ángel Pichetto, fiel espada de CFK en sus mandatos? PORQUE NUNCA SE HAN ATREVIDO A DAR LA BATALLA CULTURAL.

Para el macrismo está bien que cierta parte de sus adherentes estén a favor del aborto, otros en contra. Pasa con la mayoría de los temas, como con los planes sociales, carga impositiva, educación sexual, leyes sociales, etc. Ellos los lleva a que son una alternativa al peronismo siempre y cuando el peronismo no cumpla con lo prometido: el plan, el aumento salarial, el reparto de jubilaciones a mansalva, etc. No logran diferenciarse para el 10% de la población que define cada elección en la Argentina. 

Si no se da la BATALLA CULTURAL por las IDEAS, siempre estaremos al ARBITRIO de la BILLETERA. Punto.

¿Quieren ejemplos cercanos? Chile. Cualquier número económico o social que se analice de Chile desde 1971 para adelante, muestra a dicho país con el mayor progreso en el ítem que se analice, crecimiento económico, PBI, PBI per cápita, pobreza, indigencia, desocupación, etc. en América Latina. 

Bastó un aumento del subte en la capital trasandina para que se disparara, de una manera que se hace difícil de calificar de espontánea, una "pueblada" que casi causa la caída de un gobierno. El mismo, luego de algunas dudas iniciales, tuvo que recular en chancletas y ceder a un plebiscito para reformar la Constitución, lo cual va a poner en riesgo todo lo avanzado durante décadas. ¿Qué fue lo que le faltó a la dirigencia chilena? Dar la Batalla Cultural, creer que estaba todo bien, sin darle un trasfondo de valores y explicaciones acertadas al desarrollo económico chileno. Claro, como iban a explicar a su población, bombardeada por los medios progresistas, que todo eso comenzó con Pinochet, faltaba más.

Acá en Argentina pasó algo similar, hace muchos años. Mauricio Macri se estaba candidateando para ser Jefe de Gobierno de la Ciudad. Lo reporteaba el periodista económico Maxi Montenegro. Macri, hablando de su plan, hablo de un hecho incontrastable: el último que había tenido un plan para la ciudad había sido el Intendente Cacciatore. Acto seguido, el progresista Montenegro levantó la voz y le dijo "pero eso fue durante la dictadura". Y Macri calló.



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