domingo, 5 de noviembre de 2023

Alineamiento automático y falta de análisis. Las opiniones políticas del siglo XXI

En la última campaña electoral en Argentina, una persona candidata a presidente fue acusada por su pasado militante de cuando tenía 18 años y luego acusada, por los mismos, de haber cambiado su manera de pensar. Bastante insólito. 

La respuesta de esta persona fue explicar que a los 18 años estuvo equivocada en los métodos e ideas base (sin el falso arrepentimiento cristiano) y que luego, a través de los años, el estudio, el razonamiento, había determinado que el movimiento al cual adscribió de joven, había sido el causante de la decadencia argentina. Obviamente que no conformó a casi nadie. En general, el votante medio cree que él mismo piensa lo mismo que 30, 40 años atrás, lo cual es falso de toda falsedad. Y así estamos con falsos ídolos y tótems.

En un post del año pasado apenas comenzada la guerra en Ucrania (https://incorreccion.blogspot.com/2022/02/de-experto-en-vacunas-especialista.html) ya exponíamos el alineamiento automático de las personas que se creen politizadas, especialmente en casos de política internacional acerca de los cuales desconocen casi todo con absoluta certeza. 

Se vio en Ucrania, se ve hoy en Palestina, se ve en todos lados. Lo dijimos ayer y los hechos nos lo confirmaron. 

Hoy, acerca del conflicto de Gaza, el alineamiento con los palestinos o con los israelíes se da de manera automática.

  • Izquierda, Islam, amigos de Rusia, progresismo en general, automático alineamiento con Palestina.
  • Judíos, Derecha, Evangelismo, neocon norteamericanos, amigos de USA y pusilánimes de toda laya, con Israel.

Los países, similares razonamientos. Los indecisos o aquellos que contrarían la opinión que debieran dar de acuerdo a quienes son, son vomitados. Entre ellos, nosotros. Nuestra posición basada en el análisis, razonamiento y falta de compromiso con alguna de la partes, es más favorable a la causa palestina en general. No hablamos ni de Hamas, ni Al-Fatah o la vieja OLP. Hablamos solo del pueblo palestino, al cual los del grupo pro-Israel le quitan entidad pero en 1947 National Geographic los reconocía, como podemos ver en la imagen.

A nosotros nos dicen que deberíamos apoyar a Israel, por un montón de causas que suenan razonables pero bajo un análisis objetivo, pierden fuerza. La mayoría de los partidos políticos europeos que solemos seguir con cierta simpatía, apoyan a Israel sin condicionamientos y pareciera que deberíamos hacer los mismo, pero no lo haremos. Porque no es la manera en la cual se toman posiciones. Para nosotros, como analistas y críticos de la realidad, el alineamiento automático no existe. Lo cual, nos genera dos cosas:

  • Absoluta libertad para buscar información, analizarla y emitir una opinión
  • Generalmente repudio ante nuestra opinión.

Ahora, ¿Dónde buscar información  en Occidente, donde la gente está colonizada por Hollywood y Netflix, idiotizada por los medios masivos y amenazada por las empresas en donde trabajan? La empresa parece complicada pero Internet, esa increíble ventana que se abrió para garantizar la libertad de opinión, nos ayuda mucho. ¿Infobae solo nos muestra a los muertos israelíes? OK, visitamos Al-Jaazera (el excelente medio Qatari) y podemos contrastar la información. Vamos a Twitter, leemos opiniones de todo tipo, imágenes tomadas por personas on-site, opiniones de judíos críticos a Israel (quizás las más importantes, por ser parte y tener honestidad intelectual), metemos todo en una licuadora intelectual y podemos emitir una opinión. La misma que emitimos día a día por las redes. A pesar que no les guste ni a propios ni a extraños.

El ataque de 7 de octubre fue salvaje. Muchos inocentes muertos. Quizás menos salvaje que lo que los israelíes nos cuentan y más salvaje que los musulmanes nos relatan. Pero la pregunta a los judíos, era si ellos hubieran condenado de igual manera el levantamiento el Gueto de Varsovia. Sin respuesta de ningún tipo.


lunes, 16 de octubre de 2023

Una tragedia previsible, un Occidente ciego y complaciente: Gaza

 


Desde hace aproximadamente 200 años, primero Inglaterra y luego su sucesor Estados Unidos, han peleado muchísimas guerras. Todas, salvo un par de hechos muy puntuales, han ocurrido fuera de las metrópolis de ambos imperios. Pero también en casi todas esas guerras, un hecho moderno y novedoso apareción en la política internacional con una homogeneidad que asusta cuando la analizamos claramente. De la mano de una muy hábil propaganda, miles de propagadores y millones cegados por los medios de comunicación y los educadores, el enemigo es generalmente deshumanizado y sus líderes, siempre, son locos.


Desde Napoleón, pasando por Bismarck, el Kaiser alemán, obviamente Hitler, Japón, los vietnamitas, Hussein, Osama bin Laden, Hamás, Irán y finalmente Putin. Por otro lado, los líderes de esos dos países, sus fuerzas armadas y su personal de soporte, son impolutos defensores de la democracia y de los derechos humanos. Y han convencido a propios y a extraños, que sus objetivos son siempre puros y bien intencionados.


Las dos bombas atómicas sobre Japón, son ignoradas. El brutal bombardeo sobre Alemania es casi desconocido, y la gente solo recuerda los que se efectuaron sobre Londres, mucho menores. Los 10 millones de alemanes deportados luego de la 2da guerra mundial es un hecho desconocido. El napalm sobre Vietnam, un accidente. A los cientos de miles de muertos en Irak, se los tragó el desierto. Y así con todo.


Colonia, Alemania. 1945
Este razonamiento en Occidente configura una posición casi monolítica, con algunas voces disonantes que, como en “democracia” no deberían ser reprimidas su opiniones, son sujetos al método que la democracia tiene reservado para estas personas. Son “herejes”. Integran virtuales listas negras que complican su vida laboral, artística, personal. 

Los medios de comunicación masivos ignoran y/o maquillan estos hechos. Es difícil encontrar una fisura entre ellos. Por suerte hoy tenemos Internet, que nos permite acceder a medios alternativos o directamente a individuos en el lugar de los hechos. 


Sin embargo, nuestros familiares, amigos, vecinos, simpres ciudadanos que viven una vida tranquila y apacible de manera muy lejana a estos acontecimientos, realmente creen que hay en el mundo una serie de villanos que merecen que, de vez en cuando, los Estados Unidos emprendan una de sus habituales expediciones punitivas, pateando en el trasero a esos terroristas. Cuando les mostramos los “daños colaterales” que esos ataques causan, solo entrecierran los ojos y levantan los hombros, ignorándolos.


Al dúo Inglaterra-Estados Unidos, se les ha sumado Israel. Nada nuevo les puedo agregar a quienes, como Uds., leen y se informan diariamente y, además, tienen la honestidad intelectual para analizar los hechos de la manera más imparcial posible. Solo pregunto, como le he preguntado a varios defensores de Israel (judíos y ni judíos), sin encontrar ni una respuesta:


  1. ¿Qué diferencia hay entre el levantamiento de Gaza o Cisjordania, con aquel del Gueto de Varsovia?

  2. ¿Cuál sería la diferencia entre la política de Apartheid de la multi condenada Sudáfrica con la de Israel?

  3. ¿Los civiles palestinos, asesinados desde hace décadas, fundamentalmente niños, valen menos que las víctimas judías?



Les dejo una nota de opinión de Aaron Mate. Periodista nacido en Canadá de origen judío. Obviamente si buscan sus antecedentes en la red, se encontrarán con un … hereje.




Las raíces de la limpieza étnica de Israel en Gaza: Israel siempre ha elegido la ocupación y la supremacía por encima de la paz y la seguridad.

AARON MATE



“En unos pocos días”, escribe Amira Hass, la veterana corresponsal israelí que ha informado durante décadas desde los Territorios Ocupados, “los israelíes pasaron por lo que los palestinos han experimentado como una cuestión de rutina durante décadas y todavía están experimentando”, incluyendo incursiones militares, muerte, crueldad, niños asesinados, cadáveres amontonados en el camino, asedio, miedo, ansiedad por los seres queridos, cautiverio... y humillación abrasadora”.


La operación liderada por Hamás contra bases militares israelíes y barrios civiles mató a más de 1.300 israelíes, además de al menos 120 tomados como rehenes. Si bien soportar ese tipo de violencia puede ser una rutina para los palestinos, Gaza enfrenta ahora el ataque militar israelí más calamitoso hasta la fecha.


En menos de una semana, al momento de escribir este artículo, Israel ha matado a más de 2.300 personas, incluidos 724 niños. Los ataques israelíes han alcanzado edificios residenciales, mezquitas, escuelas, hospitales, universidades y civiles que huyen. Israel ha intensificado su ya paralizante bloqueo cortando todos los alimentos, el agua y la electricidad. Ha ordenado la expulsión de 1,1 millones de residentes del norte de Gaza, “una sentencia de muerte para los enfermos y heridos”, advierte la Organización Mundial de la Salud. Si Israel no restablece el suministro de agua de Gaza, dice la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos, “la gente empezará a morir de deshidratación grave”.


Ante la amenaza de una invasión terrestre, Israel amenaza con cometer atrocidades en una escala aún mayor, al tiempo que defiende una retórica que exige una limpieza étnica o incluso un genocidio.


Justificando lo que llamó el “asedio completo” de Gaza, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declaró que su gobierno está “luchando contra los animales humanos”. Según el ex viceministro de Asuntos Exteriores israelí Danny Ayalon, el plan israelí es obligar a los palestinos a ir al “espacio casi infinito del desierto del Sinaí, justo al otro lado de Gaza”, donde puedan vivir en “ciudades de tiendas de campaña”. El presidente israelí Isaac Herzog declaró efectivamente que no hay civiles inocentes en Gaza, hogar de “una nación entera… que es responsable”. Invocando la limpieza étnica de cientos de miles de palestinos antes y después de la fundación de Israel en mayo de 1948, conocida como la Nakba (“catástrofe”), Ariel Kallner, un parlamentario israelí, dijo que Israel tiene “un objetivo”: una “Nakba que eclipsará la Nakba del 48”.


Incluso cuando crece la amenaza de una escalada regional, la administración Biden respalda plenamente la sed de sangre de Israel. Los llamados a un alto el fuego, declaró el secretario de prensa de la Casa Blanca, son “repugnantes”. Incluso se ha ordenado a los empleados del Departamento de Estado que eviten mencionar los términos “desescalada/alto el fuego”, “fin de la violencia/derramamiento de sangre” y “restablecimiento de la calma”.


La postura de Biden es compartida por ambos partidos políticos, y sólo un puñado de legisladores exigen un alto el fuego. Mientras Estados Unidos respalda el ataque de Israel, “podríamos estar a punto de ver una limpieza étnica masiva” en Gaza, advirtió un funcionario de la Unión Europea.


Como en casos anteriores, los medios de comunicación y el establishment político occidentales justifican el apoyo predominante al ataque a Gaza afirmando que Israel tiene “el derecho a defenderse” y no tiene otra opción contra los militantes palestinos que se niegan a aceptar su existencia.


Desde el punto de vista jurídico, la primera afirmación es falsa: si bien Israel tiene un derecho internacionalmente reconocido a defenderse de un ataque, no tiene derecho a cometer crímenes de guerra contra una población civil sitiada. Además, Israel no se está “defendiendo” de un agresor externo, sino de una población interna encarcelada a la que también se le reconoce el derecho a resistir la ocupación militar (pero no, como es evidente, a matar y secuestrar a civiles israelíes). Por lo tanto, adoptar la narrativa israelí-estadounidense requiere “ignorar la violencia y la crueldad estructurales de Israel”, escribe Amira Hass, “y el contexto del continuo despojo de su tierra por parte del pueblo palestino”.


Desde hace tiempo se reconoce en los más altos niveles que Israel se está “defendiendo” de un pueblo que ha colonizado. En un funeral celebrado en 1956 por un soldado israelí asesinado por palestinos en Gaza, el general Moshe Dayan, uno de los líderes militares más famosos de Israel, aconsejó lo siguiente:


No echemos hoy la culpa a los asesinos. ¿Por qué deberíamos deplorar su odio ardiente hacia nosotros? Durante ocho años han estado en los campos de refugiados de Gaza, y ante sus ojos hemos ido transformando las tierras y las aldeas donde vivieron ellos y sus padres en nuestra propiedad.


Dayan, que dirigió las fuerzas israelíes en la campaña militar durante la fundación de Israel en 1948, reconoció que su país se originó con el despojo de los palestinos y el robo de sus hogares. Sin embargo, su reconocimiento no fue un acto de remordimiento. En lugar de intentar revertir o reparar la expulsión forzada de palestinos, Dayan decretó que Israel debería mantener la colonización con aún más agresión:


Somos una generación que coloniza la tierra y sin el casco de acero y las fauces del cañón, no podremos plantar un árbol y construir un hogar... No temamos mirar de frente al odio que consume y llena las vidas de cientos de árabes que viven a nuestro alrededor. No bajemos la mirada, no sea que nuestros brazos se debiliten. Ese es el destino de nuestra generación. Ésa es nuestra elección: estar preparados y armados, duros y duros, o de lo contrario la espada caerá de nuestras manos y nuestras vidas serán truncadas.




En los casi 70 años transcurridos desde que Dayan pronunció esas palabras, Israel les ha prestado atención ampliando su robo de tierras palestinas y creando nuevas generaciones de refugiados. Como reconoció B'Tselem, el principal grupo israelí de derechos humanos, en 2021, esto ha convertido a Israel en “un régimen de apartheid” que “promueve y perpetúa la supremacía judía entre el mar Mediterráneo y el río Jordán”.


Un momento fundacional para el régimen de apartheid de Israel fue su conquista de Cisjordania y la Franja de Gaza en 1967, que puso a millones de palestinos bajo la ocupación militar israelí. Como lo hizo en 1956, Dayan articuló con franqueza lo que se convirtió en la política rectora: “Ustedes, los palestinos, como nación, no nos quieren hoy, pero cambiaremos su actitud al imponerles nuestra presencia”. Bajo el dominio israelí, dijo el general israelí, los palestinos ocupados “vivirán como perros, y quien se quiera ir, se irá”.


En Gaza, una de las zonas más densamente pobladas del mundo, esta ocupación israelí forzada ha confinado a una población de 2,3 millones, más de la mitad de ellos niños, a lo que el ex Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron, ha descrito como “una prisión al aire libre”,  o lo que el profesor de la Universidad Hebrea Baruch Kimmerling llamó “el campo de concentración más grande que jamás haya existido”.


La famosa “retirada” de Israel de 2005 ha sido descrita falsamente como el fin de la ocupación de Gaza cuando, en realidad, sólo profundizó el tormento. Después de años de bloqueos de facto, Israel impuso un asedio total en 2007. Esta fue la respuesta de Israel y Washington a la sorpresiva victoria de Hamás en las elecciones legislativas palestinas del año anterior, cuando los votantes rechazaron a la corrupta e inepta Autoridad Palestina respaldada por Occidente. Luego, Hamás tomó el control total de Gaza en una operación preventiva contra un complot golpista respaldado por Estados Unidos que buscaba socavar sus logros electorales. Hillary Clinton lamentó más tarde que Estados Unidos no hubiera manipulado el voto palestino. "Si íbamos a impulsar una elección, entonces deberíamos habernos asegurado de hacer algo para determinar quién iba a ganar", dijo.


Como no logró frustrar la democracia palestina, Israel, nuevamente con el respaldo de Estados Unidos, recurrió a castigar a los civiles de Gaza por votar de manera incorrecta. Al controlar el flujo de bienes y energía a Gaza, Israel restringió las importaciones de alimentos basándose en un cálculo del número preciso de calorías que serían necesarias para devastarlas sin desencadenar una crisis de desnutrición en toda regla. “La idea”, explicó el asesor israelí Dov Weisglass, “es poner a dieta a los palestinos, pero no hacerlos morir de hambre”.


Bajo control israelí, más del 90% del agua de Gaza dejó de ser apta para el consumo humano. En 2018, las Naciones Unidas declararon que las condiciones eran tan espantosas que el territorio podría volverse “inhabitable” en unos años. El asedio israelí ha estado acompañado de ataques militares periódicos que mataron, hirieron y desplazaron a decenas de miles de palestinos.


El compromiso de Israel de imponer el despojo y la ocupación de los palestinos también lo ha llevado a socavar cualquier perspectiva de la solución de dos Estados que decía apoyar.


Los Acuerdos de Oslo de 1993 entre Israel y la Organización de Liberación de Palestina (OLP) fueron “fundados sobre una base neocolonialista”, en palabras del ex Ministro de Asuntos Exteriores israelí Shlomo Ben-Ami. "Uno de los significados de Oslo", explicó Ben Ami, "fue que la OLP fue finalmente colaboradora de Israel en la tarea de sofocar la intifada", un levantamiento popular y en gran medida no violento contra la ocupación israelí, "acortando así lo que estaba claramente una lucha auténticamente democrática por la independencia palestina”. Los arquitectos israelíes de Oslo, incluido el primer ministro Yitzhak Rabin, nunca “quisieron que la autonomía marcara el comienzo de un Estado palestino”.


Como esfuerzo neocolonial disfrazado de “proceso de paz”, durante la era de Oslo se duplicó la población de los asentamientos israelíes en sus primeros ocho años. La llamada “generosa oferta de paz” de Israel en Camp David en julio de 2000 –ampliamente citada por funcionarios israelíes y expertos occidentales como prueba de la voluntad israelí de “comprometerse” y de la negativa palestina a “coexistir”– fue en realidad una perpetuación de la artimaña neocolonial de Oslo. Como reconoció años más tarde el propio Ben-Ami, que participó en la cumbre como uno de los principales negociadores israelíes: “Si yo fuera palestino, también habría rechazado Camp David”.


En 2002, la Liga Árabe ofreció a Israel la normalización total a cambio de una retirada de todos los territorios árabes (sirios, libaneses y palestinos) que ocupó en 1967; la creación de un Estado palestino en Cisjordania y Gaza, con Jerusalén Oriental como capital; y una “resolución justa” a la cuestión de los refugiados. Posteriormente, la iniciativa fue respaldada por Irán, que firmó una declaración de diciembre de 2017 que pedía una “solución de dos Estados con Jerusalén Oriental como capital del Estado de Palestina”.


La propuesta requeriría que Israel pusiera fin a su ocupación de Cisjordania y abandonara los bloques de asentamientos ilegales, que se reparten tierras palestinas y consumen desproporcionadamente preciosas reservas de agua. Más tarde, la Liga Árabe señaló que aceptaría intercambios de tierras mutuamente acordados, como ya lo había hecho la Autoridad Palestina, que podrían mantener algunas áreas de asentamiento bajo control israelí. Pero incluso la oferta israelí de mayor alcance, presentada por el Primer Ministro saliente Ehud Olmert en 2008, rechazaba la paridad en cualquier intercambio territorial. Como escribió el veterano negociador israelí Michael Herzog en 2011: “Hasta la fecha, ningún gobierno israelí ha aceptado la estipulación palestina de que los intercambios de tierras sean totalmente iguales en tamaño y ‘calidad’”.


Israel ha rechazado repetidamente la iniciativa diplomática de la Liga Árabe e incluso se ha negado a aceptarla como base para futuras negociaciones. Al rechazar la solución de dos Estados basada en las fronteras de 1967, Israel ha mostrado una posición menos complaciente que incluso la que Hamás, en un momento, afirmó apoyar.


En una entrevista de marzo de 2008, Khalid Mishal, jefe del buró político de Hamás, afirmó que “la mayoría de las fuerzas palestinas, incluido Hamás, aceptan un Estado con las fronteras de 1967”. En 2013, Ghazi Hamad, viceministro de Asuntos Exteriores de Hamás, reafirmó esta postura: “Acordamos el establecimiento de un Estado palestino con Jerusalén como su capital, dentro de las fronteras de 1967, y que esto incluiría una solución al problema de los refugiados”.


Si bien Hamás rechazó explícitamente cualquier reconocimiento de Israel, su aceptación de un Estado palestino dentro de las fronteras de los Territorios Ocupados –alrededor del 22% de la Palestina histórica– constituyó un reconocimiento tácito de las fronteras internacionalmente reconocidas de Israel en el otro lado. Esto contrastaba con la posición de Israel, que aceptaba nominalmente la noción de un Estado palestino, pero seguía comprometido a mantener los grandes bloques de asentamientos en Cisjordania que harían que dicho Estado fuera no contiguo y, por tanto, insostenible.


Habiendo frustrado la perspectiva de una solución de dos Estados, Israel también ha aplastado violentamente cualquier esperanza de una resistencia palestina no violenta. En marzo de 2018, decenas de miles de palestinos lanzaron la Gran Marcha del Retorno, una campaña para romper el asedio de Gaza. "Gaza es un gueto y lo que está sucediendo... es un levantamiento del gueto", escribió el veterano periodista israelí Gideon Levy. Israel respondió al levantamiento del gueto matando a tiros a al menos 214 palestinos, entre ellos 46 niños, e hiriendo a más de 36.000. Los expertos occidentales que habían implorado en voz alta a los palestinos que adoptaran la no violencia de Gandhi guardaron un estruendoso silencio.


Mientras tanto, el gobierno de Netanyahu volvió a una política de larga data de apuntalar el gobierno de Hamás, reconociendo que el aislamiento global y las divisiones internas del grupo podrían explotarse para socavar la posibilidad del Estado palestino que algunos líderes de Hamás habían afirmado aceptar. “Cualquiera que quiera frustrar el establecimiento de un Estado palestino tiene que apoyar el fortalecimiento de Hamás y la transferencia de dinero a Hamás”, explicó Netanyahu a los miembros del Partido Likud en marzo de 2019. “Esto es parte de nuestra estrategia: aislar a los palestinos en Gaza de lo palestinos en Cisjordania”.


Tras haber profundizado con éxito el aislamiento palestino, el gobierno de Netanyahu ha intensificado la opresión. La política israelí rectora, declaró el gobierno de Netanyahu en diciembre de 2022, es que “el pueblo judío tiene un derecho exclusivo e inalienable a todas las partes de la Tierra de Israel”. Esto incluía a Gaza, explicó la ministra del Gabinete, Orit Strock, en marzo de este año. “Creo que, al final del día, el pecado de la retirada [de Gaza] será revertido”, dijo Strock. “Lamentablemente, un regreso a la Franja de Gaza implicará muchas víctimas... Pero en última instancia es parte de la Tierra de Israel, y llegará el día en que regresaremos a ella”.


Tareq Bacouni, ex analista senior del International Crisis Group, resume cómo el gobierno supremacista de Netanyahu ha pisoteado recientemente los derechos inalienables de los palestinos:


Bajo el gobierno más derechista de su historia, Israel ha llevado a cabo invasiones a gran escala de campos y ciudades de refugiados palestinos en Cisjordania, matando e hiriendo a decenas de personas. Los combatientes israelíes armados han irrumpido en las calles y hogares palestinos casi todas las noches, a menudo sacando a los niños de sus camas en medio de la noche para llevarlos a detención administrativa, actos de terror que en gran medida no han sido reportados en la prensa occidental.


El Estado ha acelerado sus expulsiones de palestinos de sus hogares en Jerusalén y Cisjordania y ha ampliado la construcción de asentamientos ilegales. Los colonos han llevado a cabo ataques semanales contra aldeas palestinas, atacando y en algunos casos matando a palestinos, incendiando sus casas y destruyendo sus propiedades, a menudo bajo la protección de soldados israelíes. La policía secreta nacional ha facilitado y fomentado la violencia contra los ciudadanos palestinos. Altos miembros del gobierno de Israel y extremistas judíos mesiánicos han sido cada vez más agresivos en sus provocaciones dentro y alrededor del complejo de la Mezquita del Noble Santuario en la Jerusalén Oriental ocupada. En las semanas previas a la ofensiva de Hamás, el Estado reforzó el bloqueo sobre Gaza restringiendo aún más el movimiento de entrada y salida.


Habiendo elegido siempre la ocupación y la supremacía sobre la paz y la seguridad, Israel ha optado ahora por devastar, desplazar y asesinar aún más a los palestinos ocupados en represalia contra aquellos que han contraatacado.


Zaha Hassan y Daniel Levy, ex asesores de sus respectivos gobiernos palestino e israelí, ofrecen tres puntos de acuerdo que podrían ayudar a poner fin a la crisis actual:


En primer lugar, el ataque militante contra civiles israelíes fue desmedido, inhumano y violó el derecho internacional. En segundo lugar, el castigo colectivo de Israel contra los civiles palestinos y sus acciones en Gaza son desmedidos, inhumanos y una violación del derecho internacional. Y, en tercer lugar, hay que abordar el contexto de ocupación y apartheid en el que esto se está desarrollando si se quiere mantener la integridad y ser capaz de trazar una estrategia en el futuro en la que tanto palestinos como israelíes puedan vivir en libertad y seguridad. Si podemos defender estas tres verdades, entonces será posible evitar más víctimas, asegurar la liberación de los prisioneros y alejarnos del precipicio.


Hassan y Levy condicionan su orientación al principio de que “uno acepta la humanidad y la igualdad de todas las personas sin discriminación ni distinción”. Israel ha rechazado explícitamente este principio desde su fundación. Y con el apoyo de Washington, la determinación de Israel de imponer el despojo y la subyugación de los palestinos está dando lugar a una nueva campaña de limpieza étnica ante nuestros ojos.


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