
Se ha desatado hoy una polémica acerca de si es necesario reestablecer en los colegios las famosas amonestaciones. Desde quienes desde su experiencia personal desean su regreso, hasta quienes desde su analfabetismo ideológico lo deploran. Frases como que las amonestaciones “son autoritarias” hasta opiniones como la del ministro de educación porteño Mariano Narodowski, quien dice que “las amonestaciones no eran un sistema que generara conductas autónomas y reflexivas en los alumnos y en los docentes. Si se cambió, fue porque en su momento el sistema estaba absolutamente desbordado”, en una típica frase “pour la galerie” alejada totalmente de la realidad, sacudieron hoy los medios.
La realidad indica que en 1984, sin que mediara ninguna evaluación de desborde o no como sugiere abiertamente Narodowski, se relajó automáticamente el panorama disciplinario en los colegios, apoyado por ese progresismo criollo tanto de izquierda y de derecha, manga de hijos de la revolución francesa.
Un breve análisis despojado de ideologismos muestra que el problema de conducta de los alumnos tanto de primaria como de secundaria está basado en que los límites están muy lejos. Me explico: el adolescente es trangresor por naturaleza, provocador, busca constantemente los límites. Esto no es bueno o es malo; es así. Cuando nosotros íbamos a la escuela (y de esto no hace un siglo) como el límite estaba cercano, la transgresión no iba mucho más allá porque enseguida lo encontraba. Nuestras transgresiones eran tener el pelo un poco largo, llevar ropa no adecuada, hacer batucada en el aula, tirar una bombita de mal olor o una pastilla de gamexane en el baño de las chicas hasta llegar al summun: hacernos la rata todos juntos. Todo esto iba de la mano de amonestaciones aplicadas y de nuestro autocontrol para que las mismas no llegaran a 25 y que no nos echaran. Le preguntaría a Narodowski donde estaba el desborde en esta época.
Muy por el contrario, todas estas cosas detalladas en el párrafo anterior HOY no son sancionadas: los chicos se visten hoy como quieren, llevan el pelo como se les antoja, con aritos, tatuajes, zapatillas (de $300 pesos, era más barato el uniforme de antaño...), fasos, drogas, y carecen de las mínimas conductas de respeto hacia nadie. Nada se sanciona. Pero estos adolescentes tienen la misma necesidad de trangredir que teníamos nosotros. Entonces, tratan de generar acciones que logren la reacción de las autoridades. Y tenemos: docentes agredidos, no respetados, toma de colegios por cualquier causa (con apoyo paterno...), agresiones por doquier, alcohol, droga, descontrol, armas, muerte.
En un relajo que lleva décadas, de la mano de un supuesto progresismo que yo veía reflejado en Filmus pero que como un virus se propaga a izquierda y derecha. Y PRO el centro también.
Dice Narodowski “el viejo modelo no contribuía a fortalecer la alianza entre la escuela y la familia. El padre firmaba la sanción y nada más. Hoy se convoca a la familia a hacerse cargo de la situación". ¿Se llevarán el cadaver cuando corresponda?