domingo, 30 de agosto de 2009

No todo lo que brilla es oro


Cuando los EE.UU. proclaman que su intención es llevar la democracia a Iraq, en boca de un vocero al cual le costaría ubicar dicho país en un mapa, uno desconfía. Cuando florecen los McDonalds, los iraquíes mueren en cantidades industriales y Hussein muere como murió, uno desconfiaba con razón.

Cuando la Unión Soviética invadía países basándose en la defensa del pueblo del país al cual estaba invadiendo, uno desconfiaba y nuevamente acertaba cuando la bota roja aplastaba hasta los susurros de húngaros, checos, afganos.

Cuando el liberalismo y el cholulaje nativo en pleno atacan a Chavez, sin poder recordar el nombre de otro presidente venezolano (ni siquiera al predecesor del verborrágico cripto-marxista), uno desconfía. Y desconfía porque los conoce.

También uno aprendió a desconfiar cuando leyendo las memorias de Lucky Luciano, este decía que la Mafia estadounidense financiaba a principios de siglo a entidades que propiciaban la Ley Seca, porque la prohibición aumentaba sideralmente sus ganancias.

Yendo a la política local, uno aprendió a desconfiar de mil y una iniciativas que parecían loables, porque desconfía de sus impulsores. Porque los conoce.

No suenan creíbles, empalagosas palabras adornadas de alusiones permanentes a Pueblo, Democracia, Derechos Humanos, Lucha contra la pobreza, narcotráfico y corrupción, etc, de parte de la mayoría de la dirigencia política, tanto del gobierno como de la hoy oposición.

Si después de 26 años de Democracia, podemos contar con los dedos de una mano a las personas procesadas por delitos de corrupción en el Estado, sabemos que todos se están riendo de nosotros cuando proclaman la lucha contra el principal flagelo que mantiene postrada a la Argentina.

Obviamente que la iniciativa gubernamental titulada “Iniciativa Ciudadana por una Ley de Radiodifusión de la Democracia” se enmarca dentro de estos conceptos. Enmarcada en elogiosos conceptos, no suena creíble de la mano de sus impulsores. Una rápida lectura a los 21 puntos que dieron pié al proyecto de ley ya muestra rápidamente algunas aristas interesantes, aunque recomendamos su lectura completa, tal cual apareció en el panfleto gubernamental “El Argentino” el 28/08, el cual mal que le pese a Jorge Giles y compañía, no respeta los 21 puntos que promueven con fervor.

Punto 1: “Toda persona tiene derecho a investigar, buscar, recibir y difundir informaciones opiniones e ideas, sin censura previa, a través de la radio y la televisión, en el marco del respeto al Estado de derecho democrático y los derechos humanos”.

¿Quién será el criollo censor que determine quien es el irrespetuoso? ¿No alcanza con referirse a la Constitución Nacional y las leyes actuales? ¿Corremos el riego que tengamos censores de facto, léase entidades autodenominadas defensoras de los Derechos Humanos? En el punto 3 de esta iniciativa hay otra alusión al mismo tema.

Punto 5: “La promoción de la diversidad y el pluralismo debe ser el objetivo primordial de la reglamentación de la radiodifusión. El Estado tiene el derecho y el deber de ejercer su rol soberano que garanticen la diversidad cultural y pluralismo comunicacional”.

Nuevamente, ¿con qué criterios determinarán que un emisora no garantice la diversidad cultural? ¿Y qué medidas aplicarán para que esto no ocurra?

Punto 10: “No podrán ser titulares de licencias de servicios de radiodifusión ni integrantes de sus organos directivos, quienes ocupen cargos electivos oficiales nacionales, provinciales o municipales, funcionarios públicos de los distintos poderes, miembros de las Fuerzas Armadas y de seguridad, así como también quienes hayan tenido participación comprometida con violaciones a derechos humanos”.

Misma reflexión que para el punto 1. Agregamos, ¿Firmenich podrá tener una radio? ¿Qué criterios se aplicarán, quienes lo aplicarán?

Punto 12: “Los medios estatales deberán ser públicos y no gubernamentales...”

Pongan Canal 7. ¿Por qué ahora deberíamos creerles?

Punto 13: “Los planes técnicos deberán reservar al menos el 33% de frecuencia de todas las bandas, para entidades sin fines de lucro”.

Loable. ¿Cómo se implementa? ¿Bajo qué criterios? ¿Son los partidos políticos entidades sin fines de lucro?

Punto 20: “...deberá incluirse un capítulo que garantice los derechos del público. Estos podrán ser ejercidos directamente por los los habitantes de la Nación o a través de la defensoría del público.

Volvemos a los mitos y leyendas del liberalismo político, encarnados esta vez por el progresismo de centro-izquierda.


Podríamos seguir, pero hagamos como los romanos y razonemos, ¿a quienes favorece y perjudica esta iniciativa?, ¿es casual su aparación hoy?, ¿qué intereses y luchas se ocultan detrás de iniciativas que en algunos casos pueden parecer loables para el lector desprevenido o poco informado?.

En primera instancia, quienes promueven esta Ley, claramente no creen en sus postulados. Sí, como hacía Lucky Luciano, se promueve, financia y apoya a quienes realmente están convencidos de esta iniciativa, porque suenan más creíbles. Pero quien no recuerda a un Néstor Kirchner histérico y fuera de control durante conferencia de prensa (creo que solo una dió), ironizando y “bardeando” (como dicen los chicos) a noveles periodistas. ¿Lo ven a Néstor convencido con esta iniciativa?

¿Es esta Ley un ataque a cierto periodismo opositor (noten que no escribimos “libre”) que de otra manera no puede ser controlado, o es un ataque directo o por elevación, juzguen Uds. mismos, a poderosos multimedios como el Grupo Clarín?

Les dejo la pregunta final, ¿podemos creer en saludables intenciones de personas no creíbles ni confiables?

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