miércoles, 3 de noviembre de 2010

Lo cortés no quita lo valiente

Quienes estamos politizados desde hace rato y tuvimos preclaros maestros (aunque hayamos sido mediocres alumnos), no necesitamos que Néstor Kirchner nos enseñara quienes son los medios. Menos, cuando su disputa con los mismos pareció basarse en intereses económico-políticos y, de una manera pueril, los disfrazó de contienda ideológica.

Marcelo Tinelli saludando a Cristina. Él pudo pasar el filtro.
Ya en su momento Arturo Jauretche había escrito una demoledora crítica a los diarios de su época en su conocido trabajo “Manual de Zonceras Argentinas” y había confirmado nuestra opinión basada en la observación y la lectura. Nuestros maestros nos ayudaron a identificar que lo que se llamaba “Opinión Pública” era en realidad la “Opinión Publicada”.  

Previo al deceso de Néstor Kirchner, los diarios, periodistas y opositores en general ejercieron una demoledora crítica diaria a Néstor Kirchner, que en muchos casos era razonable. Cuesta encontrar algún adjetivo calificativo descalificador que no haya sido usado para atacarlo.

Posterior al deceso, los mismos diarios, periodistas y opositores, con algunas honrosas excepciones, glosaron elogios donde ayer hubo casi un insulto. El silencio de Carrió fue lo más coherente de la inesperada jornada.

Pero, ¿cabría esperar otro comportamiento de los diarios, periodistas y opositores? No para nosotros, que vemos con asombro aún como La Nación califica a militares juzgados, como el “represor Fulano” en lugar de decir “el capitán o coronel Fulano”. La lectura de este diario por estos días, nos parece remitir a la lectura de un suplemento del conocido medio gubernamental El Argentino, y la TV nos muestra un Kirchner agigantado cuando ayer era el gran titiritero del gobierno de Cristina. Inclusive sus adversarios políticos elogian lo que ayer era el mismísimo demonio.

Quienes adoptaron una actitud piadosa ante el deceso del ex presidente, solo obtuvieron como respuesta, la ignorancia y el desprecio aún en el transcurso de un velorio. Algún radical tuvo que tragarse el discurso que preparó para la ocasión. Ni estas actitudes ni la televisación en vivo de las mismas, fueron casuales. El espíritu de Néstor, perdura.


1 comentario:

Occam dijo...

¡Qué fenómeno escurridizo es la opinión pública! Seguramente, siempre habrá que desconfiar de quienes se arrogan su sintonía, y su representación. De hecho, es un eufemismo para suplantar al ya ideologizado (en castellano) "pueblo", que por ideologizado, se lo confunde con el "vulgo", que para Nietzsche empero eran dos términos tan distintos que casi antagónicos.

Le dejo, porque aborda otro aspecto de esa difícil realidad, un frase de Cavour que leí ayer, demasiado preclara como para soslayarla:

"Los gritos de una muchedumbre en una plaza no son la opinión pública".

Mi cordial saludo.

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