lunes, 14 de marzo de 2011

El Restaurador

Hoy se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de don Juan Manuel de Rosas, el cual hoy en día por suerte es un poco más recordado por el actual gobierno, aunque intenta tomar cosas de su accionar atemporalmente y bajo circunstancias totalmente diferentes. En realidad, los K nombran a Rosas pero su figura también los pone un poco incómodos, por lo cual prefieren referenciar a Dorrego. No vaya a ser que los relacionen con la Revista Cabildo.

Juan Manuel de Rosas (Buenos Aires, 30 de marzo de 1793 – Southampton, Hampshire, 14 de marzo de 1877)

Cuando transcurre el tiempo y se apagan las pasiones, es cuando podemos juzgar mejor a las personas y a sus circunstancias. Rosas tiene indudables aciertos y claros errores. No es Dios ni un Demonio. Fue un gobernante acorde a los tiempos que se vivían y quizá no llegó a avecinar los tiempos que se venían. Claro está, pasó la mayor parte de su tiempo en el poder bajo la amenaza de los implacables unitarios que, amén de los aciertos que pudieron haber tenido luego en algunos rubros, actuaron bajo el gobierno de Rosas de una manera apátrida, deshonesta, pérfida y ruin. Rosas vivió apretado entre la reacción unitaria y la amenaza franco-inglesa, además de tener que lidiar con díscolos caudillos del Interior, belicosas tribus y peligrosos vecinos.

Mucho se ha escrito a su favor y en su contra. Lo que no podemos ignorar, es que don José de San Martín legó a él su célebre sable corvo con la siguiente dedicatoria:

"El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla."

1 comentario:

Occam dijo...

Siempre es bueno valorar las figuras históricas por las opiniones de su tiempo, y sobre todo, las que provienen de sus enemigos. Aquí van algunas citas:

"Simón Bolívar no ocupó tanto el mundo con su nombre como el actual gobernador de Buenos Aires... el nombre de Washington es adorado en el mundo pero no más conocido que el de Rosas". Juan Bautista Alberdi.

"Rosas era un republicano, era la expresión de la libertad del pueblo... no todo era terror, no todo era superchería. Grandes y poderosos ejércitos lo sirvieron años y años impagos... grandes y notables capitalistas lo apoyaron. Entusiasmo, verdadero entusiasmo, era el de millones de hombres que lo proclamaron el grande americano. La suma del poder público, todas palabras vacías como es el vacío del abismo, le fue otorgada por aclamación..." Domingo F. V. Sarmiento.

"Qué dirá al porvenir de esas escandalosas falsificaciones de la historia..." Esteban Echeverría, refiriéndose, con pruritos ya luego innecesarios, a la construcción de la historia oficial.

"La principal razón contemporánea para condenar a los grandes hombres es que la condenación de las grandes figuras absuelve y agranda a las pequeñas", le contestó Sarmiento.

El secretario de Estado Calhoun de los EE.UU. lo reconoció "como el hombre más eminente que jamás había producido la América del Sur", y también dos presidentes estadounidenses, Buchanan y Fillmore, le prodigaron halagos.

Fuente y recomendación bibliográfica: Lascano, Marcelo R., "Imposturas históricas e identidad nacional", Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 2004.

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