
La referencia el peronismo está implícita. La sociedad
argentina, que en su conjunto ha aceptado al peronismo olvidando las décadas
del 50 y 70 convertiéndolo en un león herbívoro (parafraseando a su difunto
líder), ha llegado a la conclusión que solo el peronismo puede gobernar este
país. Se ha dado la paradoja que entre tres candidatos peronistas en la
provincia de Buenos Aires, hayan sumado más del 80% de los votos en 2013.
El triunfo de Mauricio Macri liderando una coalición
liberal-desarrollista en 2015, debe ser vista no como un gobierno que pueda
sacar de la postración a la Argentina (ojalá lo haga) sino como el fin de este ciclo
enfermizo de renovaciones peronistas que lleva más de 30 años ininterrumpidos.
Para eso, el PRO y sus aliados, deberán dejar de gobernar
con culpa como “jefe nuevo”, y tomar las decisiones políticas que haya que
tomar asumiendo sus costos. Deberán tratar de dejar de conformar y/o seducir a
sectores que de ninguna manera lo apoyarán, tome la medida que tome. Deberán de dejar de gobernar pensando que su gobierno necesita una "pata" peronista.
Ese es su principal desafío.
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