lunes, 14 de marzo de 2011

Cashtamarka

La reciente elección en Catamarca marca a las claras el modelo imperante en la República Argentina, al cual podríamos llamarlo modelo Julio H. Grondona.


Una presión impositiva asfixiante por parte del estado Nacional (incluyendo las consabidas retenciones agropecuarias bajo contexto internacional favorable) genera el fenómeno de un Estado Nacional RICO junto a municipios y provincias POBRES.


Esta desigual distribución del ingreso, hace a los municipios y provincias absolutamente dependientes del Estado Nacional para financiar sus gastos (que en gran medida incluyen un enorme número de empleados públicos y planes sociales). Casi como la AFA con los clubes.


Obviamente, esa distribución es totalmente arbitraria y funcional al elenco gobernante, el cual nos inunda semanalmente con publicidad de sus obras al sintonizar "Fútbol para todos".


Dicho sea de paso, se trata de obras de pequeña o mediana magnitud, con plazos de concreción lo suficientemente cortos para que puedan ser inauguradas antes de la próxima elección.


La electa gobernadora Lucía Corpacci (quien expresó estar orgullosa de ser SAADI), con sus comentarios no hace sino refrendar lo que expresamos en los comentarios previos:


Dijo que "que Catamarca quedó aislada de la región del Noroeste Argentino y que la tarea de integración es prioritaria."¿Aislada porque no gobernaba el FPV o su gobernante estaba alejado del Gobierno Nacional?


Añadió, "Queremos de la mano de la Nación, con la presidenta Cristina, insertar a Catamarca en el desarrollo del país". ¿Y por qué no antes?


Lamentablemente, el país se mueve al ritmo de quienes manejan la caja, como bien marcó Él. Cashtamarka es un caso testigo.


2 comentarios:

Occam dijo...

Un modelo eminentemente unitario. La constitución rivadaviana de 1826 establecía que los gobernadores eran delegados del gobierno central, puestos por él a su antojo y por el tiempo y en los términos que le conviniera. Una suerte de empleados burocráticos de oficinas descentralizadas territorialmente. Hubo de correr mucha sangre en la Argentina en virtud de la nefasta gestión de Rivadavia (con pérdida de provincias incómodas como Uruguay y Tarija incluida), para tener una Constitución que dijera que éramos federales. Por supuesto, la derrota no fue Pavón sino Caseros, así que, como ocurre actualmente con el sustrato ideológico generalizado en aparente contraposición con la estructura económica también generalizada (y ambos conviviendo y prosperando), Argentina es un país unitario que dice ser federal, en el que cada gobernador, cada candidato a presidente, cada diputado, cada comunicador, invoca el vocablo "federal" al menos una vez por discurso, pero en el que el sistema es absolutamente unitario.
Es gobernador quien viene con la promesa de fondos del Estado Nacional, o mejor dicho, con obras hechas en la provincia por el Estado Nacional. Y el que puede hacer esa promesa es solamente aquél al que apoya el gobierno nacional. Y el gobierno nacional, para apoyar a alguien, no se contenta con que sea el cantidato del partido surgido de elecciones internas en cada provincia, sino que debe designarlo por dedito. O sea, que el gobierno nacional designa en forma directa al gobernador (porque si la gente vota a otro, se muere de hambre e indiferencia), y luego le dice lo que tiene que hacer, y lo conmina a tolerar que el gobierno nacional le haga en la provincia lo que se le antoja.
Sin embargo, el ejemplo de San Luis debería interesarnos, para no olvidarnos que lo importante es la voluntad de ser, contra viento y marea. Pedir al gobierno nacional unitario que nos deje ser federales es una contradicción a estas alturas. El federalismo se conquista.
En mi último post hablo un poco de la "obra" del gobierno nacional en las provincias. Lo invito a darse una vuelta.

Un cordial saludo.

Anónimo dijo...

Carlitos ya no es politicamente incorrecto, da la sensación de muy incorrecto empíricamente. Abrazo Abel Urricelqui

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